Acumulador de potencia eléctrica

Levantar una persona un peso que está en el suelo, a cierta altura, es como meterse, y valga lo vulgar de la expresión, entre el globo terráqueo y dicho peso, y obrando a manera de resorte, separar uno y otro por el impulso de aquél hacia arriba y por el impulso de este hacia abajo. Porque es lo cierto, dicho sea entre paréntesis, que al levantar una masa a cierta altura, indefectiblemente empujamos en sentido contrario al esferoide terrestre con todos sus mares y montarlas, con sus volcanes y sus nieves, con sus bosques y sus desiertos, con sus graníticos abismos y su dilatada atmósfera, con todos sus monstruos y todos sus pueblos, así los tronos de los monarcas como las chozas de los mendigos: todo lo empujamos ciertamente hacia el espacio que se extiende bajo nuestras plantas y sobre nuestros antípodas. Cantidad pequeñísima que seria invisible si fuera representable, pero que tiene valor real y que con cierta aproximación y en la región de la teoría hasta pudiera calcularse.

Ahora bien, separar de un lado toda la tierra que nos sostiene, de otro lado un peso de quince kilogramos, estableciendo entre ambas masas cinco metros de desnivel, es tanto, para la esencia del fenómeno, como separar un átomo de oxígeno de una molécula de hidrógeno a la distancia que media entre los dos polos del vaso voltaico: la tierra y el peso tienden a unirse desarrollando un caballo de vapor; el átomo de oxígeno y la molécula de hidrógeno también tienden a unirse desarrollando cierta energía que podrá engendrar a su vez una nueva corriente eléctrica.

En resumen, en todo vaso electrolítico hay una potencial eléctrica que puede dar origen cuando se unen los dos polos por un conductor a una nueva corriente de éter de más o menos intensidad: tal es el verdadero fundamento de las pilas secundarias, cuya denominación ahora podemos comprender sin dificultad: llámanse secundarias porque son verdaderas pilas hidroeléctricas, pero que han sido preparadas, o al menos pueden serlo, por cualquiera de las pilas conocidas hasta hoy, a las que por eso motivo se da el nombre de pilas primarias.

No es por lo demás muy exacto el nombre de acumulador eléctrico, porque no es electricidad lo que se acumula en la pila, sino la potencia necesaria para engendrarla.

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