Acueducto Porta Maggiore de Roma

La preferente atención que prestaban los romanos al servicio de aguas de las poblaciones, se ve en el magnífico sistema de acueductos que dotaba a la capital del mundo de un caudal de aguas inmenso.

El ejemplo más bello de una obra de carácter monumental de este género es la Porta maggiore de Roma. Las aguas pasaban por encima en dos canales superpuestos, uno para el Aqua Claudia y otro para el Anio Novus. Débese el primero al emperador Claudio, que trajo por él los manantiales Cerúleo y Curcio, distantes 45 millas de Roma; el mismo emperador construyó luego el acueducto Anio Novus desde el miliario 62, y los emperadores Vespasiano y Tito restauraron estas grandes obras de Claudio. Calígula había empezado ambos acueductos el año 38 de J. C. y Claudio las terminó 10 años después.

Los dos manantiales de los cuales nacía el Agua Claudia estaban en los montes Sabinos, a 35 millas de Roma, por la Vía Sublacensis. Aumentóse su caudal con parte del Aqua Martia, famosa por su calidad que, a causa de los rodeos del trayecto, alcanzó una longitud de 45 millas, de las cuales 35 corrían por bajo tierra y 10 por encima. El Anio Novus, llamado así para distinguirlo de otro acueducto más antiguo, el Anio Vetos, tenía origen en el río Anio en la milla 62 del mismo camino, reuniéndose primero el agua en un gran estanque donde se la dejaba posar. En la milla 32 se aumentaba su caudal con el agua más limpia del manantial llamado Rivas Herculaneus.

Su longitud total era de 62 millas; a unas 6 de Roma encontraba el acueducto de la Appia, y desde aquel punto las dos aguas viajaban juntas hasta la ciudad en dos conductos separados, uno encima del otro, descansando sobre una serie de arcos, que en un sitio alcanzaban la altura de 109 pies.

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