Acuarios de agua salada para peces

Son los que pueden contener más variedad de especies y presentar mayores desigualdades y asperezas, a consecuencia de la riqueza prodigiosa de formas y variadísimas condiciones de existencia que las numerosas especies de este grupo presentan.

Las más a propósito para vivir cautivas en estos recipientes son: entre los acantopterigios, el loro de mar y el clenilabro pavo real, notables por su belleza de colores, propios del Mediterráneo; especies a propósito para grandes acuarios; el Cienilabro melope, propio para pequeños recipientes; el Labras variegatus, de colores vivos, que gusta de los laberintos que los vegetales acuáticos y rocas artificiales forman en las sinuosidades de los acuarios; el Centrisco trompeta, de curiosa forma y argentadas escamas; la Blenia mariposa, de aspecto tan extraño como elegante; el Calionimo lira, hermosísimo pez, de tan rara figura como precioso color, que anima los fondos de los acuarios; el gobio común, que vive entre las rocas; la dilatada familia de los cotos marinos o diablos de mar, así llamados por sus extrañas formas; el canario marino, hermoso pez del Mediterráneo, de colores rojos y reflejos metálicos, con los costados dorados y el vientre plateado; el telescopio (Poruatonus telescopium), así llamado por el extraordinario grandor de sus ojos, y otras muchísimas especies, la mayor parte de alimentación animal.

Entre los malocopterigios abdominales, pueden elegirse la sardina común (Alausia pilchardus) que se alimenta de pequeños crustáceos; el sábalo (Alausia vulgaris) y la anchoa (Engraulis vulgaris).

Entre los malacopterigios subranquiales, son curiosos: la comadreja de mar (Motella quinquecirrata), con sus cinco barbillas, y la motella común, de vistosos colores, propia para los grandes acuarios, a cuyo fondo se retira, entre las piedras y las plantas acuáticas que los cubren; la lengua de perro (Pleuronectes variegatus), y algunos otros lenguados.

De los malacopterigios ápodos son celebrados: las morenas (Murena helena), ya muy conocidas de los antiguos romanos que poblaban con ellas grandes viveros construidos ex profeso a las orillas del mar; animales tan voraces, que cuando carecen de alimento se roen la cola unas a otras, por lo cual fue en otro tiempo diversión predilecta de los señores opulentos de Roma, el figurar combates navales en la superficie de las aguas de los viveros donde tenían las morenas, y en dichos simulacros alancear a sus esclavos a fin de que sus cuerpos fueran pasto de los voraces animales que los destrozaban y se disputaban la presa a la vista de los regocijados señores. Deben por tanto estos animales marinos tenerse en acuarios separados, con cavernas y sitios oscuros en donde puedan guarecerse; y es notable la facilidad con que se domestican y acuden cuando se les llama para darles alimento; resisten mucho tiempo fuera del agua si el ambiente es templado y húmedo.

En el orden de los lofobranquios se cuentan los signatos, muy propios todos ellos para pequeños acuarios hasta para los de salón, y entre ellos son notables el signato trompeta (Signatus tiphle), que se mueve con muy graciosas ondulaciones; la aguja de mar (Signatus acus) el signato pipa (Signatus equoreus); el signatus lumbriciformis, que gusta de nadar entre las piedras; y por último, el caballito de mar (Signatus hipocampos), vistoso animal para los acuarios de salón, tanto por su forma extraña, como por la facultad de mover independientemente cada uno de sus ojos, que son grandes, plateados y brillantes.

Los órdenes de los plectonatos y selacios no comprenden especies apropiadas para acuarios, y en cuanto a los esturiones son animales que aunque de gran tamaño, son más propios de agua dulce.

Entre los ciclostomos se encuentra la lamprea de mar (Petromizum marinum), que puede asociarse en los grandes acuarios con otros animales marinos, porque aunque de alimentación animal, carece de armas ofensivas y no acomete más que a los animales muy pequeños.

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