Aclimatación de los europeos en América Central y del Sur

En las altiplanicies de la América central y meridional (Méjico, Nueva Granada, Bolivia, Perú) el clima es generalmente moderado y muy uniforme; sólo existe el paludismo en las regiones bajas y no hay endemia especial.

En estas altitudes hay que tener en cuenta la menor presión atmosférica y la rarefacción del aire; los efectos de la primera son más fugaces, la presión exterior y la tensión de los gases del organismo se equilibran pronto; los de la segunda son más durables, dependen de la menor cantidad de oxígeno introducido en los pulmones y se manifiestan por una hematosis deficiente y un adinamismo apreciable en el estado de salud y más grave en el morboso.

Según Jourdanet, estos síntomas caracterizan toda la población de origen europeo que habita las altiplanicies mejicanas; y afirma, fundado en una observación de veinte años, que la descendencia europea va declinando en las altitudes que exceden de 2.000 metros, y que el cruzamiento con los indios mejicanos que beneficia a las dos razas en las tierras bajas, sólo da por resultado en aquellas alturas, debilitar el tipo indio.

La mortalidad infantil es considerable, especialmente por meningitis; la apatía física y moral domina la edad adulta; se padecen dispepsias, tifus, infartos y enfermedades del hígado; la vejez sobreviene prematuramente.

Según Guilbert, la aclimatación de los europeos en las altiplanicies de Bolivia es perfecta. Además, la tisis pulmonar, desconocida en el indio, es muy rara en el indígena español. En estas comarcas, como en el Brasil y en Chile, los portugueses y españoles se han aclimatado perfectamente, pero esto no permite prejuzgar favorablemente la aclimatabilidad de los franceses, ingleses y alemanes.

En el Brasil los esclavos negros prosperan y se multiplican. A medida que nos alejamos del trópico, en Río Grande, y más aun en Montevideo y Buenos Aires, la población blanca recobra la actividad y la energía; en cambio declina la población negra cuyo número, según Martín de Mussy, se ha reducido en dos terceras partes desde principios del siglo.

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