Acción fisiológica y usos de las aguas madres

Estas aguas minerales de segunda mano, como las llama el doctor Carriere, tan ricas en principios activos, son eminentemente resolutivas, alterantes y neurosténicas.

Su uso determina fenómenos fisiológicos que se reconocen en una estimulación del organismo tan poderosa que puede producir efectos congestivos y hasta accidentes graves. Los enfermos sometidos a este método de tratamiento deben ser objeto de una observación constante, y es de precepto que la adición de agua madre no exceda del quinto del total del baño.

Tomadas al interior, estas aguas producen en ciertos individuos, al mismo tiempo que la irritación de las mucosos, calambres del tubo digestivo y dilataciones gaseosas, diarreas y hasta vómitos. En otros, la tolerancia se establece con facilidad.

En baños, provocan en primer término la calorificación y rubicundez de la superficie del cuerpo, sobreviniendo bien pronto los fenómenos de saturación; laxitud general con sequedad de la piel, principalmente en la palma de las manos, pulso tenso, inapetencia, cefalalgia, y el embarazo gástrico se acentúa a poco que se siga el tratamiento.

La sensibilidad para las aguas madres es distinta según los organismos; las resisten bien los individuos obesos y tórpidos, mientras que los organismos nerviosos y excitables son muy intolerantes.

Algunas veces se usan las aguas madres aplicando a la piel paños bien empapados en ellas, que obran como excitante local y revulsivo.

El empleo de las aguas madres constituye un precioso medio terapéutico siempre que está indicada una medicación fuertemente alterante y resolutiva.

Verdaderamente las aguas madres no pueden considerarse como un simple agente de refuerzo de las aguas poco ricas en principios minerales; son un medicamento nuevo con su constitución química propia y con propiedades especiales.

En general, asociadas al tratamiento hidromineral, aumentan la acción alterante y resolutiva más bien que la reconstituyente, estando de consiguiente indicadas de un modo preciso en las afecciones que derivan del linfatismo, de la diatesis escrofulosa, en cuyos estados, desde los más leves hasta los más inveterados, cualquiera que sea su forma, obran siempre con resultados excelentes.

Las compresas empapadas en las aguas madres aplicadas al tratamiento de los infartos ganglionares o celulares o articulares favorecen singularmente la acción resolutiva de los baños.

Se usan también en los abscesos ganglionares con o sin desprendimiento; en las ulceras óseas y en los infartos viscerales del hígado, del bazo, de la región pelviana, etc.; en los depósitos periarticulares; en las fungosidades de los tumores blancos, y en los infartos periuterinos.

Durand-Fardel considera las aguas madres en la terapéutica usual, sobre todo en la infantil, como un medicamento precioso aun no suficientemente conocido. Diluyendo, dice este sabio hidrópata, las aguas madres a la dosis de dos a cuatro gramos, en un líquido cualquiera, o bien en leche, se obtiene un medicamento bromurado al par que clorurado sódico, que no cede ciertamente en eficacia al aceite de hígado de bacalao, no más repugnante al gusto, y en general, bien tolerado por el estómago.

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