Acción de los agentes químicos sobre las bacterias

Hay muchos agentes químicos que tienen una influencia marcada sobre la multiplicación y la vida de los micro-organismos, hasta el punto de suspender o destruir por completo su existencia. Estos agentes se llaman antisépticos o desinfectantes. Se sabe que su acción varía según cada especie de bacterias.

Un listado, debido a Duclaux, indica las cifras de sustancias desinfectantes por volumen del líquido; es decir, el número de miligramos empleados para impedir el desarrollo, y detener o esterilizar completamente las bacterias contenidas en un litro de jugo de carne lleno de bacterias.

Estos datos no resuelven realmente más que una parte muy limitada del problema de esterilizar las bacterias, pues la acción de los desinfectantes varía según la disposición y sitio de los elementos que se traten de esterilizar. Así sucede que un agente excelente, el mejor de todos, como es el sublimado, actúa muy bien en disolución, y no puede darse al interior sino en muy pequeñas dosis por ser venenoso. Otro, como el oxígeno, mata las bacterias cuando obra sobre ellas bajo presión; pero es difícil aplicarle al hombre de otro modo que bajo las formas de agua oxigenada, que no ha dado siempre el resultado que se esperaba.

El ácido sulfuroso mata las bacterias que se encuentran en la superficie de los objetos. Empleado en fumigaciones, no produce efecto si los parásitos están en capas espesas o situados en lugares muy interiores, porque no penetra en los tejidos. Sin embargo, si se pone 1/100 de este ácido en el aire de una habitación, es suficiente para desinfectar las paredes y la superficie de los objetos. Pero los esporos no se destruyen por este procedimiento.

El bromo, el iodo, el cloro ejercen una acción más activa para impedir el desarrollo de los esporos bactéricos. Sus vapores matan los esporos, siempre que los rodeen un día entero. Davaine, que ha hecho experimentos exactos sobre los desinfectantes, ha demostrado que son suficientes siete miligramos de iodo para neutralizar la acción de las bacterias del carbunco en un litro del líquido en que se puso un centímetro cúbico de sangre carbuncosa. En el virus de la septicemia muy diluido, encontró que 1/10000 de iodo es suficiente para neutralizarlo completamente.

El ácido fénico y el alcohol son de los desinfectantes menos eficaces. Una solución alcohólica concentrada de ácido fénico, o una mezcla de esta disolución con un volumen de alcohol, pueden considerarse como antisépticos seguros. Pero a medida que se aumenta la dilución del ácido, sus propiedades activas disminuyen. Puede inmovilizar los gérmenes, pero no matarlos. A la dosis de 1 a 5 por 100, su eficacia ni es segura ni durable. La eficacia del vapor es casi nula.

Las investigaciones más exactas sobre la acción de los desinfectantes son las de Koch.

Una solución de 1/20000 de sublimado mata los esporos de los bacilos del carbunco en diez minutos; una de 5/100 de ácido fénico los mata en veinticuatro horas. Los esporos de los bacilos no se desarrollan en una disolución de 1/400 de este ácido.

Una solución de 1/50000 de iodo y de 1/1900 de bromo impiden el desarrollo de los bacilos. También los vapores del bromo y del cloro matan los esporos en cuarenta y ocho horas.

Pequeñas cantidades de alcohol etílico, de aceite de menta y de esencia de mostaza matan los bacilos en pequeña cantidad. Se detiene su desarrollo con una solución de 1/300000 de aceite de menta; su vapor mata muy pronto los bacilos y los esporos, de modo que, si se pone una gota de esencia de mostaza en el fondo de una campana de cristal que cubra un cultivo de bacilo del cólera, los bacilos no se desarrollan y mueren a las cuarenta y ocho horas. Los desinfectantes actúan sobre todo en solución acuosa.

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